El Recien Nacido
Estimas la desconfianza mucho más
que cualquier otro rasgo en tu carácter.
La culpa la tiene el tiempo. Cómo pasa
y hace en burla en gran medida de los sueños.
La otra tarde sostuviste a un niño brazos.
La madre se sorprendía porque su hijo
nunca permitió que nadie lo llevara
y para ti cedió.
¿Es qué eras distinto?
Te miraste enorme y torpe y fatigado,
por primera vez sin pánico en tu vida,
con unas manos, recientes y pequeñas,
que se abrían y cerraban en tus dedos
amenazando con dar a conocer
no sé qué parte invisible de ti mismo.
Lástima por los caminos más sutiles,
por las muchachas que se han ido alejando
de tu vista y por los libros más queridos.
La otra tarde te enteraste de algo roto
que ni así ni de otra forma puedes ver.
-Estima la desconfianza. Mucho más.
Jorge Octavio Martinez
lunes, 22 de octubre de 2007
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