Los niños aprenden a callar y el duelo es parte de la rutina Parte de un cosmos sin pies Una alberca repleta de ojos y plumas Guijarros en el fondo de un río Un río de agua cristalina pero su fondo es negro Ellos emprenden su viaje hacia adentro La mano roja que los sacó de su centro primero se encarga de marcar el golpe del sol en sus rostros Ellos han roto el vientre de su madre Ellos lloran por las calles Ellos son un eclipse que cruza la fuga y miran al techo Intento encontrar un niño cuyo centro anticipo El núcleo de un vestido de metal que arroja al cadáver Todo me parece cartas pegadas en la puerta O una madre que lava a sus hijos en un recipiente negro y anula lo cristalino del agua
Marcela Saldaño
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