Los hombres limitados u orgullosos
establecen una diferencia entre el alma y el cuerpo.
Yo, no afirmo más que una cosa:
El vino destruye nuestras preocupaciones y nos da la quietud perfecta.
Mi corazón me ha dicho "Quiero saber, concer. ¡Instrúyeme
tú, Khayyam, tú que tanto has trabajado!"
Pronuncio la primera letra del alfabeto y el corazón me dice:
Ahora ya lo sé. Uno es la primera cifra de un número que no tiene fin.
Yo no temo a la muerte.
Prefiero esta certeza a aquella otra que se me impuso al nacer
¿Qué es la vida? Un bien que me han coinfiado, a mi pesar,
y que devolveré indiferente.
Omar Khayyam
lunes, 14 de abril de 2008
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