domingo, 25 de mayo de 2008

XXXI

Los sombreros me causan la sensación de cabezas cortadas y
momificadas, y aquellos de los cuales cuelgan bridas de colores, se me
antojan cabezas arrancadas por mano brutal, donde ha quedado
adherida una vena sanguinolienta.
Nunca puedo ver un par de guantes sin imaginar que son piel
de manos disecadas y, en aquellos de color amarillo, encuentro algo
repugnante de lo que empieza a pudrirse.
Detesto las prendas de vestir olvidadas sobre la cama; hay
entre ellos y los muertos mucha analogía.
Vi una vez en un asilo a una loca muerta; y era lo mismo que
ver a un trapo violáceo tirado dentro de ataud!

Teresa Wilms Montt

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