sábado, 17 de enero de 2009

Pérdidas


No fue el morir: todos mueren.
No fue el morir: ya habiamos muerto antes
en los accidentes rutinarios — y nuestros comandantes
llamaron a la prensa, escribieron a nuestras casas,
y aumentó la estadística, todo por causa de nosotros.
Morimos en una página de almanaque que no era la nuestra.
Desparramados sobre montañas a cincuenta millas una de otra,
cayendo de cabeza en un pajar, peleando con un amigo,
nos encendimos en las líneas que nunca vimos.
Morimos como tías o perritos o extranjeros.
(Cuando dejamos la escuela sólo estos habian muerto
para nosotros, y comprendimos que estabamos asi.)

En nuestros aviones, con nuevas tripulaciones, bombardeamos
los blancos del desierto o de la costa,
disparamos sobre los objetivos espiados, esperamos a ver qué tantos
nos apuntamos, y pasamos a la repuesta, y despertamos
una mañana, sobre Inglaterra, en operaciones.
No fue diferente; pero si morimos
no fue por accidente, sino por error
(pero un error muy facil de cometer).
Leíamos nuestras cartas y contábamos nuestros vuelos
—En bombarderos con nombres de muchachas, incendiábamos
las ciudades que aprendimos en la escuela—
Hasta que se nos acabó la vida. Nuestros cuerpos quedaron
con los de un pueblo que matamos sin conocerlo.
Cuando duramos lo suficiente nos dieron medallas;
cuando morimos dijeron: "Nuestras bajas fueron pocas."
Dijeron: "Aquí estan los mapas"; quemamos las ciudades.
No fue el morir— no el tener que morir;
pero la noche que morí soñé que estaba muerto,
y las ciudades me dijeron: "¿Por qué estás muriendo?
Estamos contentas porque lo estás; pero ¿por qué morí yo?


Randall Jarrell

1 comentario:

Javi era dijo...

Que bah, ser poeta no es ser
un vago eso es lo
que nos quieren hacer creer
como tántas otras cosas.

Eso le dijo una futura estudiante de literatura a un estudiante de literatura.

un saludo.

chau.