sábado, 26 de noviembre de 2011

Germán Marín - de Basuras de Shangai

Del suboficial, diría que era engañoso en razón de su carácter aparentemente tranquilo dado a su origen campesino, natural de Llanquihue, pero escondía en el fondo a un hombre autoritario, detestable incluso, conocido por la crueldad de sus castigos como algunos conscriptos de la unidad de pronto soltaban, acodados con el trago en la mano en la barra que yo atendía. Su máxima satisfacción era encerrar a las víctimas en unos tambores vacíos, usados originalmente como contenedores de aceite industrial, haciéndolos rodar cerro abajo por las laderas pedregosas en la zona de ejercicios de combate (…). Sin embargo, estaba prendido de la Bambi, flechado al igual que un adolescente, a la que llenaba de atenciones haciéndole continuos regalos, tiernos la mayoría, como flores y chocolates, lo cual podía significar que Segundo Ortiz, el cabo más antiguo del regimiento, sólo era violento entre los suyos por un dictado que que venía de la disciplina a mantener. No obstante, dentro de sus contradicciones de hombre fuerte, una noche en que la Bambi se enojó con él por una tontería de chiquilina, lo vi derramar en silencio unas amargas lágrimas y eso me conmovió mucho, me duele siempre ver llorar a un hombre, aunque se diga que sólo ocurre en las novelas mexicanas.

Germán Marín
Basuras de Shangai 

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