martes, 29 de noviembre de 2011

Julieta Marchant - 3 (Té de jazmín)

3
Mirar tu casa vacía desde acá, esa casa de vidrio
que como un cuerpo transparente exhibe su estómago.
Contemplarla tomada por todos los objetos
que alguna vez te rodearon y que ahora abandonaste.
Tus pertenencias naufragando en el centro del acuario,
intentando salvarse se agrupan para reconocerse
en lo que antes cargaron de ti. Suturo desde afuera los olvidos tuyos,
los bordes de los libros que florecen, los lápices despuntados,
una taza oscurecida por dentro, tus papeles voraces comiéndose la mesa,
la ventana entreabierta por la cual se desliza la tarde
naranja y violeta, otra tarde sobre las demás, todas las tardes en ésta.
Esa casa que creí nube por estar más arriba que las otras,
desprovista de raíces pero arriba, girando a veces
sus muros delgados dejándose atravesar por el deseo
del giro otra vez no importa nada, tu casa liada a tus rituales,
varada al anhelo impreciso de transformarse en un jardín.

Repentinamente la maleza, en el precario espacio entre la pared
y los cuadros, la maleza invadiendo vacíos cotidianos,
primero el verde íntegro, después musgo y húmedo
dejándose entrever por las orillas de las cosas que olvidaste, el verde
con su inmensa presencia, completo y minucioso, clavándose entero
a las repisas enfiladas, hiriendo el suelo y la alfombra, penetrando
las capas de pintura, los ángulos que unen el techo y las murallas.
Tu casa ya no es tu casa, la visión del verde en sus posibles tonos,
una escala de colores avanzando arrolladora irrumpe,
rebasa los objetos muertos, la quietud de una ciudad privada, ya no importa.
A pesar de la inclinación por los jardines, de la imagen
que vigilo en todos sus detalles, a pesar del relato subterráneo
aunando tus vestigios, la maleza finalmente es eso
un jardín excedido, un jardín conquistado por el abandono.

Julieta Marchant
de Té de jasmín

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