El hombre tiene que reunir su soledad como el astrónomo reúne cada noche sus estrellas. El ejercicio consiste, para uno, en el recuento de los actos y pensamientos para extraer imágenes invisibles de las visibles y formar así el movimiento desde el cual surgirán sus actos y pensamientos futuros y los medios secretos para expresarlos; para el otro, en adiestrarse en el recuento de sus constelaciones, profundamente solo y preocupado del ruido que puedan hacer de pronto en su cielo una estrella o un cometa.Por supuesto, nada impide que otros hombres y otros astrónomos se permitan quebrantar su voluntad y, llevados por el miedo, acepten el convite de los que rehuyen cielo y soledad porque les sobra jolgorio y resonancia para hartarse de sí mismos. Mas, ninguna mayor hartura para el hombre que la de saber regocijarse con sus propios secretos.
Rosamel del Valle
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